No soy súper nada

En el día cuando caminé del Albergue de Peregrinos de Briallos al Convento de Herbón, cuatro jovenes de Málaga me acompañaron. He perdido mis apuntes en una hoja de papel, porque tenía en la mano debajo de mi poncho. Iba a regresar cuando me encontré con ellos, a los que había visto por primera vez en mi primer albergue en Vigo.

El camino de ese día fue largo, pero fue parecía más corto con estos compañeros agradables. No había desayunado, así que Carlos me dio una empanada de atún. Uno de los Miguel necesitaba loción corporal, así que le di la mía. (El Camino proporciona.) Caminaban a mi paso, descansamos en momentos adecuados. Hablamos de trabajo y de dinero y de la vida, de frases españoles, como hay menos españoles en el Camino que de otros países. Hablamos de las cosas que nos recuerdan a nuestra infancia — ellos sentían curiosidad por Pop-Tarts, yo les pregunté de Cola-Cao y marcas del helado.

No me acordaba, pero anteriormente en un albergue, quizás en Pontevedra, había dicho que no tengo móvil. Por eso, me dijeron durante nuestra paseo que me habían regalado el apodo de súper peregrino.

Tuve que reírme. No soy súper nada. En el Camino de Santiago llevaba una tableta. Cierto, no tenía un plan de datos, y a menudo el Wi-Fi en los albergues no funcionó para mí. Por esa razón, tuve apuntes en una hoja de papel.

Ahora esa hoja está dispersa entre otras hojas, como nosotros peregrinos, dispersos en todas direcciones.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.