En el verano esta casa quiere respirar. Todos las noches de esta estación de calor, hay que abrir las ventanas de cada piso, y también la puerta entre las escaleras. Se escapa el aire caliente del día, el aire fresco de la noche se precipita.
Después, en la mañana tienes que cerrar toda, para que la casa no se caliente demasiado. Es como la pausa corta que tomamos, esa pausa pequeña de la paciencia entre cada exhalación y inhalación, en el ciclo constante de nuestras vidas.