Un poco más cuidado

Ayer no escribí aquí y así rompí mi racha. Estaba trabajando como funcionario electoral desde las cinco y media de la mañana hasta las ocho de la noche. Me desperté a las cuatro y regresé a casa a las nueve, después de visitar la posible nueva escuela de Marissa. Almorcé con ella durante media hora, y tuve un descanso de quince minutos. Por eso, no tenía ninguna oportunidad para escribir excepto al final del día largo, y en vez de eso me dormí.

Una parte de mi trabajo fue preguntar a cada electora si tiene experiencia con una máquina de votación con una pantalla táctil. Había tres trabajadores con mi deberes del trabajo. Con mis descansos, supongo que me encontré con casi un tercer de unos cuatrocientos votantes en esta manera.

A veces la persona no me contestó, así que le diría “¿Señor? ¿Señora?” Entonces, el/la votante se sorprendería “Ay, pensé que la máquina me estaba hablando!” Sonreíamos por el error y luego seguíamos. Pero me hizo preguntarme por qué unas personas — quizás ocho o diez, es decir más de cinco por ciento, más de uno de cada veinte  — cometí este error?

Pues, la votante es una situación poca desconocida, tiene muchas cosas en mente incluyendo la política, es enfrente de una máquina, y la tecnología está cambiando todo el tiempo. Aun así, no creo que ninguna de mis compañeros funcionarios haya tenido una sola experiencia como esta.

Con cierta reticencia, llego a la conclusión de que es el sonido de mi voz. Me resisto a decir esto porque, para mi, mi propio voz es normal. Tengo un acento, por supuesto — todo el mundo tiene uno. Además, creo que tengo una tendencia hacia laringalización, como mis hermanas y otros de mis parientes. Al otro lado, en situaciones de hablar en público, hago un intento consciente de hablar un poco más fuerte y un poco más de aire, un poco más lentamente y con más articulación. Creo que, como resultado, esto hace que mi voz sea más clara.

Por eso, ayer un votante me sugirió que me dedicara a la radiodifusión. Por eso, el domingo pasado en Zoom dos españoles exclamaron que mi voz es tan clara, y tiene sentido porque yo era profesor. Por eso, en abril cuatro malagueños en el Camino de Santiago comentaron lo fácil que es entenderme. Antes de ayer, creía que la claridad de mi voz es solo una opinion de hispanohablantes, sin mucha experiencia de inglés. Pero ahora creo que es la verdad, si solo hablo con un poco más cuidado.

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