Esta noche acabo de tomar una bebida con alcohol, por primer vez en más de dieciocho años. Esta es una de las maneras en que recuerdo a mi perro. El alcohol intensifica mis emociones. Por eso, dejé de beber alcohol inmediatamente después se murió. Desde entonces, es una forma de recordarlo.
De hecho, he pensado de dejar este hábito por más de un año. Primero, puede ser una ocasión recordarlo de manera diferente (haz esto en memoria mía). También ha habido oportunidades probar algo nuevo, como vermut en Madrid, ginjinha (licor de cereza) aquí en Lisboa, por supuesto oporto en Porto, y vinos locales en cada lugar. Creo que mi perro hubiera querido que yo viviera la vida. En realidad, ha pasado mucho tiempo… más que su vida. Una persona que nació cuando se murió puede tomar alcohol legalmente en muchos países.
El mesero me ofreció una copita muy pequeña de ginjinha, después mi cena. Reflexioné por mucho tiempo en esto. Al principio me negué, pero me di cuenta de que he tomado un poco de alcohol, cuando mezclo vainilla y azúcar con leche, en mi tazón de cereales. Cuando lo hago, no hay nada sensación de borrachera.
Llegué a la conclusión está bien si bebo alcohol, siempre y cuando no tenga ningún efecto en mi estado mental. Tomé unas gotas de ginjinha, con menos alcohol que mi leche de vainilla. Sabía a jarabe para la tos.
A pesar de todo, aprecié el gesto.